viernes, 12 de junio de 2009

viernes, 15 de mayo de 2009

Recomendado del día: Nueve cuentos, de J.D. Salinger

En medio de tantas novelas, era necesario un libro de cuentos. J.D. Salinger, autor de la famosa novela “El Guardián entre el Centeno”, nos entrega nueve joyitas para el deleite de los amantes de los cuentos cortos.

Si bien todos los cuentos que este libro nos ofrece son excelentes y quedaron todos en mi memoria, hay uno en particular que me causo una impresión distinta a todo lo que había leído anteriormente, y que se convirtió en el mejor cuento que leí en mi vida (tal vez alguno de Borges puede andar cerca): “El día perfecto para el pez plátano”. En este cuento introduce a Seymour Glass, personaje en el cual indagaría en libros posteriores, que tienen como protagonistas a la familia Glass. El cuento en cuestión, del cual no voy a decir mucho para no arruinarles ni un poco de su perfección, tiene su punto máximo en el encuentro entre Seymour Glass y una niñita en el mar. Los instantes que Salinger, con maestría de genio, relata de ese encuentro, son sencillamente inolvidables. Un cuento para no perderse, al igual que el resto del libro, que, con distintos argumentos e incluso, con distintos estilos, constituye un libro fundamental para entender la obra del misterioso autor estadounidense.

Otro cuento especialmente bueno, en mi opinión, es “Para Esmé, con amor y sordidez”. El cinismo del estilo Salingeriano se ve mas nítido que nunca en este relato.

En este libro está el único texto que Salinger admitió que se lleve a la pantalla grande: se trata de “El Tío Wiggily en Connecticut”. La película lleva por nombre “Mi loco corazón”, fue filmada en 1949, dirigida por Mark Robson, y protagonizada por Dana Andrews y Susan Hayward. El cuento es muy bueno; la película no tuve oportunidad de verla.

viernes, 10 de abril de 2009

Grandes obras: Ficciones, de Jorge Luis Borges

(Contratapa edición Emecé): “Ficciones es quizá el libro más famoso de Jorge Luis Borges; con él obtuvo en 1961 el importante Premio Formentor otorgado por editores de Alemania, España, Estados Unidos, Francia, Inglaterra e Italia. Obra imprescindible en la literatura contemporánea, sus cuentos pertenecen a la categoría de las páginas antológicas. La primera parte, El jardín de senderos que se bifurcan (1941), reune el relato policial del mismo nombre, dos notas sobre libros imaginarios: Tlon, Uqbar, Orbis Tertius y Examen de la obra de Herbert Quain, y cuatro cuentos de índole fantástica: Pierre Menard, autor del Quijote, Las ruinas circulares, La lotería en Babilonia y La biblioteca de Babel. En la segunda parte, Artificios (1944), se incluyen, entre otros, La muerte y la brújula, de corte filosófico-policial; Funes el memorioso, metáfora sobre el insomnio; Tema del traidor y del héroe, acerca de un mismo destino que pierde y que redime; y El Sur, cuento preferido del autor.”

En mi opinión, se trata del libro más importante de la historia de la literatura argentina, y uno de los más importantes de la literatura contemporánea mundial. Borges alcanza, en esta obra, una perfección tan maravillosa como inquietante: no puede leerse ninguno de sus cuentos sin que la mente se perturbe y el intelecto comience a volar. Los problemas metafísicos, la metáfora como recurso ineludible, argumentos imposibles y perfectos; realidad y fantasía se confunden: Borges transmuta todo lo conocido dentro de su propio mundo.

Dentro de los cuentos de este increíble libro, cabe destacar dos con especial énfasis: primero, Tlon, Uqbar, Orbis Tertius, tal vez el cuento más interpretado (junto con El Aleph) y más profundamente borgeano de toda su obra. Narra su descubrimiento, junto con Bioy, de un mundo paralelo y fantástico, en un ejemplar de la Enciclopaedia Británica. En segundo lugar, El Sur, cuento en cierto modo autobiográfico, en el que se entremezclan su historia de vida verdadera, con la vida que hubiera soñado tener el coraje de llevar. Aún así, destaco estos dos cuentos por una cuestión de gustos personales: todos los cuentos que integran este libro son increíbles y nadie puede dejar de leerlos.

viernes, 20 de marzo de 2009

Versos de Saramago

Las novelas del famoso escritor portugés José Saramago son harto conocidas por todos (las hayan leído o no). Inclusive hace relativamente poco se estrenó una película, "Blindness", basada en su libro "Ensayo sobre la ceguera". Su prosa es magnífica, dinámica e innovadora. Pero me acercaron un ejemplar de su "Poesía completa", y debo decir que, si bien su fuerte es la narración en prosa, y no se puede dudar de ello, tiene algunos versos dignos de ser recordados, o que por lo menos a mí me parecieron muy interesantes, y que comparto con ustedes a continuación. Hay que aclarar también que sin dudas se pierde mucho en la traducción del portugués al castellano, pero el sentido y la fuerza de las palabras está presente, no importa el idioma. Si tienen la oportunidad, denle una hojeada a este libro que, está claro, no es excepcional, pero tiene pasajes conmovedores y memorables.

"Donde tu sombra, mi perfil
es línea de certeza. Ahí convergen
las olas circulares, en su límite
el punto riguroso se propaga.
Ahí se reproduce la voz inicial,
la palabra solar, el lazo de la raíz.
De nosotros nace el tiempo, y, creadores,
por la fuerza del perfil coincidente,
cogidos de la mano, amanecemos dioses".
(de "Donde tu sombra").

"Si es altar el poema, sacrifico.
En la piedra de luna que es el verso
cobra filo el cuchillo de lo vivo.
Aquí vendré de rodillas. No rechazo
al ciervo de los prados de mi sueño,
ni al dardo violento que lo alcanza.
Sin leña gruesa no hay fuego,
aunque las manos de la luz acaben sucias
de apagadas cenizas de palabras".
(de "Ritual").

"Quince mil días secos han pasado,
quince mil ocasiones que se perdieron,
quince mil soles nulos que nacieron,
hora a hora contados
en el solemne, mas grotesco gesto
de dar cuerda a relojes inventados
para buscar, en los años olvidados
la paciencia de ir viviendo el resto".
(de "Lugar común del cuadragenario").

martes, 10 de marzo de 2009

Nuevas búsquedas

Es natural en mí emprender nuevas búsquedas, es que necesito el perpetuo devenir que otorga lo variable, la espera, la impaciencia. No hay motivos para suponer que encuentre alguna vez algo, pero es esencial a la búsqueda la posibilidad de que eso que estamos buscando, jamás aparezca. Tal vez es inherente al proceso, creo yo, el hecho de que jamás encuentre lo que necesito, jamás lo voy a encontrar. Pero en el nunca que pronuncio, está el siempre que no pronuncio, y es que todo lo que nunca será, siempre no será. De la misma forma en que sufro las pérdidas (inalcanzables a veces, inevitables siempre) disfruto del comienzo de una nueva búsqueda. Y buscar, allí donde ya no debo buscar, allí donde ya no hay nada, o está todo, pero tan lejos que no se llega a ver… Si lo cercano tiende a alejarse, lo lejano… bueno, lo lejano sólo esta lejos, y la distancia es subjetiva y permanece, aunque se acorte, permanece, aunque se extinga. La búsqueda pasa por acortar distancias, por eludirlas, pero en sí, la distancia no desaparece, sólo es esencialmente parte de nosotros, de lo que perdimos.

En el recuerdo de aquellas cosas es que la encuentro, lejana, perdida, brillante. Y pienso a veces, en mi búsqueda del fracaso, de lo indebido, que si dejara de buscarla… Quién dice que el pasado no vuelva por sus propios medios, ese ayer que no pude alcanzar por mí mismo, me alcance tiempo después. Pero me cuesta, ese autoritarismo tan mío es el que me hace buscar, aún sabiendo que no hay nada, que no voy a encontrarla. Y es que el recuerdo es tan vívido, cuando se escapa, cuando me huye, cuando regresa, pero, a pesar mío, sólo es recuerdo. No debemos confundirnos, el recuerdo sólo es recuerdo, esquirlas del pasado, imágenes borrosas, o no tanto… pero siempre, siempre ajeno. Distinto a lo que ya perdimos, que nos pertenece, ahora y siempre, en forma de recuerdo, de olvido, de memoria, de nostalgia, de melancolía, de canciones, de esquinas, de lugares, de olores, de amores… nuestro, todo. Al final del camino me encuentro, al final de mi búsqueda, repetida, como único resultado, veo que simplemente somos lo que perdimos. Así es como sepulté mi esperanza de su regreso, del retorno de aquel brillo en sus ojos, de la mirada al corazón, de la risa infinita, de la palabra precisa, del corazón astillado, del tiempo en su boca. Todo eso forma parte de mí, porque lo he perdido, porque miro la noche, y busco al silencio, y encuentro la sombras que no hablan, pero calladas dicen tanto, y recuerdo, que no podemos perder aquello que nos pertenece. El recuerdo no es mío, pero sí la pérdida.

Kutxi.

jueves, 26 de febrero de 2009

Recomendado del día: El secreto de Christine, de Benjamin Black

(Contratapa de la edición de Alfaguara): "Dublín, años cincuenta. En un depósito de cadáveres, una turbia trama de secretos familiares y organizaciones clandestinas comienza a develarse tras el hallazgo de un cuerpo que nunca tendría que haber estado allí. Una oscura conspiración que abaraca ambos lados del Atlántico y que acaba envolviendo en un siniestro abrazo, inesperadamente, la vida de todos los protagonistas".
Benjamin Black es, en realidad, un seudónimo del extraordinario escritor irlandés John Banville. El Secreto de Christine es, a mi entender, una pequeña perla de la literatura negra. Siguiendo la línea que inició Chandler, y explorando en ella, Banville consigue unir lo mejor del género con una literatura de alto vuelo, expresada fundamentalmente en su capacidad para construir personajes y situaciones, con un estilo muy particular que le aporta un gran dinamismo a la lectura, y que mantiene en vilo hasta el final.
El autor logra plasmar en esta obra un ambiente magnífico (e ideal) para el desarrollo de una novela policial, además de mostrar su magistral habilidad para la descripción y la narración. Escrita con un lenguaje estético, llano y preciso, El Secreto de Christine es una novela imperdible para los amantes del género, o una gran ocasión para incursionar en el mismo.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Los cambios que no advertimos

Lo importante es darse cuenta de que algo está cambiando. De que ya no es como antes. A menudo los cambios son tan progresivos que no nos damos cuenta pero a veces debemos detener el tiempo y preguntarnos: ¿qué rayos pasó en todo este tiempo que no lo advertí? ¿Cuántas cosas he perdido? En la vida de cada ser humano existen momentos de inflexión que redireccionan el rumbo de su destino por senderos que no ha transitado aún y uno puede detenerse y tratar de continuar por la vieja senda o sentir la ansiedad de mirar qué hay detrás de esa puerta que se abrió. No siempre las puertas que se abren nos deparan momentos felices, no siempre encontramos lo que queremos, en ocasiones no sabemos en realidad qué es lo que queremos encontrar. La vida es un largo camino en el que uno debe ir mirando los carteles con atención, para no perdernos y encontrarnos solos en la oscuridad de la incertidumbre. Encontraremos de todo en el camino, no todo será bueno, no todo será malo, es uno quien debe elegir la senda, es uno quien escribe la historia.


Ferdinand.